sábado, 30 de abril de 2011
viernes, 29 de abril de 2011
Diego Valor, parte 4ª
DIEGO VALOR, UN CÓMIC OLVIDADO.
PARTE I
Brigadas del espacio
El epígrafe que hemos situado como encabezamiento, corresponde al título de la película del holandés Paul Verhoeven, director cinematográfico de controvertida carrera. En sus inicios fue uno de los autores que veían su obra estudiada por universitarios de los años setenta, dentro de los circuitos de Arte y Ensayo y cuyo trabajo, por entones en ciernes, era motivo de comentarios y críticas que le convertían en una posibilidad de pasar a engrosar las filas del llamado “cine de autor”, que por aquel entonces era una especie de pasaporte para la eternidad.
En este sentido cabe recordar su hoy bastante olvidada Delicias turcas (Turk fruti, 1973), en la que podía verse a un actor que iba para grande del cine y que, sin embargo, se quedó en el camino, nos referimos al “replicante” Rutger Hauer. El transcurrir de los años hizo que quien parecía sería un director de selectas minorías, se trasladase a Estados Unidos de América. Y allí se convirtiese en uno de los autores más comerciales del cine de Hollywood. Robocop (1987) o, sobre todo Instinto Básico (Basic Instinct, 1992), hicieron de él alguien famoso y a quien los ejecutivos de las “Majors” le reconocían su mérito.
Eso no impidió batacazos monumentales a posteriori, como fue Showgirls (1995) y que se le empezase a cuestionar.
En 1997 realizó Starship Troopers, es decir el título de nuestro epígrafe. Una aventura espacial de soldados contra máquinas y arácnidos gigantescos, dirigidos éstos por una masa cerebral magmática y oculta, donde la violencia ocupaba un puesto preponderante en la puesta en escena de la película. Es la violencia una de las claves interpretativas del cine estadounidense” de este director, de la que él se ha defendido sin excesivo criterio a nuestro entender, aunque su opinión deba de ser respetable. “Los niños ven más violencia en las escuelas que en mis películas”. (García y Sánchez. 2002, 493).
Pero ha sido la reciente contemplación de esa película, en esta ocasión en soporte DVD, la que nos dio la idea para el trabajo que ofrecemos. Su revisión, su nueva visión nos trajo el recuerdo, de unos viejos cuadernillos, que habíamos visto en nuestra niñez y que yacían en algún lugar olvidado de nuestra casa.
Nos pusimos a buscarlos.
Del tebeo al cómic
Desde hace unos cuantos años, probablemente desde esos años setenta que antes mencionábamos, las historias gráficas, los dibujos en viñetas, las “lecturas para niños”, fueron cobrando una nueva dimensión.
De ser consideradas como un entretenimiento muy menor, con sólo una balbuciente proyección escolar, fueron pasando paulatinamente a una nueva dimensión, donde la edad adulta y la formación universitaria promovieron una visión diferente sobre el tema.
Su historia, su relación con el entorno en el que surgieron, sus posibilidades psicoanalíticas, las nuevas tecnologías del dibujo, la cultura de masas y por supuesto la propia belleza de su imágenes hicieron que los expertos en la nueva ciencia de la Comunicación Audiovisual, empezasen a dedicarle tiempo, a explicarla desde distintas ópticas, a elevar de categoría algo que hasta entonces no era más que el recuerdo de infancias que se habían hecho adultas.
Así, en España, los nombres de Antonio Lara, Román Gubern, Luís Gasca y otros iniciaron una revisión sobre este apartado de la comunicación. Apartado que si mantenía indudables influencias del cine en cuanto lenguaje, no dejaba de abrir nuevas perspectivas a otras formas de expresión, cual es el caso de, por ejemplo, la pintura. Los nombres de los hoy famosos Lichtestein o Rauschnberg, por citar algunos, han forjado su fama a base, en determinadas obras, de reinterpretar aquellas viñetas de hace muchos años.
Exactamente el tiempo que va del tebeo al cómic. “Roy Lichtenstein... ha desarrollado su trabajo a partir de ilustraciones de los medios de comunicación de masas. En particular, ha utilizado viñetas de cómic, que aísla y amplia convirtiéndolas en pinturas que reproducen de manera exacta e impersonal, como en los procedimientos mecánicos, el color la trama y la impresión”. (Milicua, 1992, 344)
Por lo tanto buscamos, encontramos y recordamos.
Dicen que era gris
Los libros de historia actuales cuentan eso, por lo menos en buena parte. Corría el año de 1955 en España, cuando un cómic1 apareció en los quioscos y se hizo famoso –aunque hoy yazca en las profundidades del olvido-. Se trataba de DIEGO VALOR.
Buena parte de la historiografía más contemporánea española habla de aquel tiempo como de algo gris, opaco, sin ideas. Puede que sí y también puede que se esté cayendo en los mismos errores que se critican.
Los años aquellos cargaron virulentamente contra el marxismo-leninismo sin parar mientes en razonamientos o análisis en profundidad. Es cierto que buena parte de la más famosa nómina de nuestros intelectuales y creadores más brillantes tuvieron que emigrar hasta su desaparición y otros, reconózcase, retornaron y continuaron su labor con mayor o menor resonancia. Pero por otro lado la realidad histórica está ahí y tampoco se puede esquivar. En ese sentido, nuestra opinión es que hoy, sin la amenaza del paredón, pero sí con la condenación del silencio o la marginación de los medios de comunicación (sin los cuales un intelectual o creador no existe para el gran público) se repiten clichés de épocas que pasaron hace ya muchos años.
La visión de nuestra realidad social e histórica presente traza, desde nuestro punto de vista, un doble camino. Por un lado se trata de ganar en la manipulación mediática, lo que no se supo conseguir en el campo de batalla. Ello supone arrostrar a largo plazo unos riesgos tremendos –que ya han sido denunciados por personas muy poco sospechosas de connivencias con el pasado, como veremos enseguida-; por otra parte se lleva a cabo una manipulación histórica –de la historia- con fines torticeros y que se configura en el hecho de preferir, por una buena parte de la hornada que ocupa hoy día las cátedras de historia, la visión de Américo Castro a la de su homólogo y adversario intelectual Claudio Sánchez Albornoz.
Dicho de una manera muy resumida, el primero cree que España es una creación del medievo, con una estructura judeo-cristiana, más aportaciones árabes. Y el segundo4, estima que somos producto en mayor medida de la cultura greco-latina. Curiosamente está opción que es europeista, es la que resulta más obviada –sin hablar por supuesto de los puntos de vista de Menéndez Pidal.
Pues bien, como dijimos en ese contexto de grisura mentalmente asumido surgió el cómic de DIEGO VALOR.
Contexto creativo
Con unos precios que hoy harían correr peligro de narcolepsia a quien los estudiase, (entre 15 y 25cts, de los de antes del euro y encima sorteaban relojes o aparatos de radio). Apoyados por un serial radiofónico de la entonces conocida por radio Madrid –lo que hoy es más o menos la SER- de quince minutos de duración6,Su éxito entre la chiquillería fue extraordinario, lo que, al margen de la venta de los cuadernillos dio lugar a representaciones teatrales (por actores de radio) y que los almacenes El Corte Inglés iniciaran algunas de su hoy sofisticadas promociones con el citado personaje.
Por lo que respecta a los cuadernos tuvieron dos épocas: en la primera fueron apaisados, con tintas de color en la portada, pero con un predominio del “blanco y negro”, no sólo debido a causas de tipo.
En lo sucesivo utilizaremos esa expresión por más internacional, siempre que la necesitemos.
Ortega y Gasset o Luís Buñuel son ejemplo de lo que decimos.
Caso por ejemplo del escritor Aquilino Rodríguez, que vive una situación similar a la del “segundo” Dionisio Ridruejo en el régimen anterior.
Sánchez Albornoz, fue presidente de la república española en el exilio. Católico practicante, está sepultado en la catedral de Ávila.
Aunque son de sobra conocidos por los profesionales, recomendamos las lecturas “España un enigma histórico” de Claudio Sánchez, en Edhasa y de “La realidad histórica de España” de Castro. Son dos libros imprescindibles para tratar de comprender en profundidad algunas de las cosas que en superficie comentamos.
A continuación se emitía otro serial, titulado “Dos hombres buenos”, de José Mallorquí, ambientado en el mundo del western y con tres famosos protagonistas: el español César Guzmán, el portugués Silveira (que decía la famosa frase de “cada vez que me amenace sonría. Así sabré que no habla en serio”) y el juez Klein. tecnológico, sino más bien, en nuestra opinión, debido a la profunda austeridad económica de la época que tenía otras necesidades que profundizar en la mejor calidad de sus cómics. Con el paso del tiempo y
el éxito de la publicación –cuya simbiosis con la radio resultó decisiva-, la calidad cromática se fue enriqueciendo.
En una segunda etapa, los cuadernos cambiaron su estructura formal, para ser más cuadrangulares y con un mayor contenido en cuanto a número de páginas. Así mismo los dibujantes tuvieron la oportunidad de mejorar la plástica de las viñetas, acercándose a un nivel de calidad no igual que el del extranjero, sobre el que luego hablaremos, pero bastante importante. Además la influencia del montaje cinematográfico de estirpe estadounidense permitía de alguna manera establecer una relación radio–cómic–cine que era una de las pautas comunicativas de los años cincuenta en la sociedad española surgida de la posguerra.
No estamos muy de acuerdo con la opinión de Luis Gasca en el sentido de que el cómic español fuese algo desastroso en relación con el que se hacía en otros países. Excepcional no lo era, pero en concreto DIEGO VALOR, tenía unas posibilidades en donde lo que faltaba por encima de todo era dinero e infraestructura. Es más, el citado especialista exagera cuando dice: “Fuera de unos pocos y excepcionales casos, nuestras <historietas> y nuestros <tebeos> quedan radicalmente por debajo de la muy limitadacultura creativa española durante el franquismo.” (Gasca, 1981, 15).
El comentario da la sensación de soslayar cualquier justificación a cual era la razón por la que otros países, con Estados Unidos de América a la cabeza, dominaban el mercado.
Y por otro lado de un modo .indirecto, da a entender que la cultura española durante el franquismo, no fue tan desastrosa como se ha hecho creer por una abundante nómina de publicistas contemporáneos en libros, publicaciones periódicas o la radio y televisión de unos años a esta parte.
En aquellos años existieron unos cómics que difundieron unos personajes que, en mayor o menor medida, todavía existen y a los que el cine ha contribuido a reactualizar: “Superman” o “Batman”; en menormedida “El Hombre enmascarado” –para nosotros un arquetipo muy querido- de los que de alguna manera pudo nutrirse la creación española de VALOR.
En nuestro propio país podemos destacar la presencia de “El Coyote”, que partiendo de la literatura popular, se manifestó también en la radio e incluso en el cine. Pero sobre todo “El guerrero del antifaz” y “El capitán Trueno”, sin olvidar “El jabato” fueron tres de las creaciones más representativas de aqueltiempo.
El primero, al que le encontramos una cierta similitud (relativa por supuesto) con “El hombre enmascarado” –también conocido por “El fantasma” o “ El duende que camina” y no sólo por el antifaz, no tuvo buena prensa posterior. Su enfrentamiento con los “sarracenos”, determinadas expresiones verbales y su ubicación en los tiempos de la Reconquista española, no le han hecho políticamente correcto con en transcurrir de los años – a nosotros nos parecía un tipo estupendo, con aventuras muy amenas-.“El Capitán Trueno” sí fue más querido con el cambio de régimen, por comentaristas de estos temas. Sin pretender sentar cátedra, los dos eran arquetipos atractivos y el que crea que el cómic es algo así como un tratado de filosofía social exagera o trata de matar pulgas a cañonazos.
Otra cosa tal vez fuese Roberto Alcázar. Unido al niño “Pedrín”, desarrollaba unos postulados que se acercaban con frecuencia a una visión adaptada al entorno adolescente e infantil de formas del ideario falangista.
A España llegaban publicaciones sobre “Superman”, “Batman”, “Congo Bill” o “El hombre enmascarado” a través de las infiltraciones que los estadounidenses realizaban en Iberoamérica. Recordemos aquellos cuadernos que lucían en uno de sus ángulos superiores el distintivo SEA.
Sería realmente absurdo no tener en cuenta personalidades de Pemán a Gironella, de Nuñez Alonso a Dámaso Alonso; de Aleixandre a José Cela; de Jardiel Poncela a Buero Vallejo. El grupo “El Paso” o los cineastas salidos de la E.O.C; Marañón, López Tascón así como otros muchos, que con todas las dificultades que se quiera trabajaron en la España franquista en diversos campos. No dudamos, corriendo todos los riesgos que se considere, en decir que la Facultad de Filosofía y Letras de Madrid en los años cincuenta y sesenta desarrollo una labor formativa e investigadora de una calidad muy elevada. Y deliberadamente huimos de hacer comparaciones.
Hace unos pocos años, José Coronado lo volvió a encarnar en nuestras pantallas, con poco éxito por cierto.
Deberíamos mencionar también a “Jorge y Fernado”, transposición española de una pareja extranjera..
El cómic tiene su importancia y su influencia, pero más en las mentes de los semiólogos y en sus estudios que en las decisiones políticas de verdadera enjundia,. El archifamoso “Tin Tin” ha sido considerado un muchacho algo fascistoide significativo, retrotrayendo a una de las batallas más famosas y cinematográficas de la guerra civil), su fisonomía podía tener nexos de contacto con la imagen del fundador de la falange José Antonio Primo de Rivera.
No hay que olvidar que el cómic, como ha señalado el catedrático José Antonio Ramírez posee un importante valor de representación, de inducción a modelos icónicos que resulten fácilmente reconocibles para los lectores (opinión que compartimos sólo en cierto modo). “Ya hemos dicho que uno de los rasgos esenciales de lo icónico era su poder denotador. Las formas son reconocidas como <representativas de> y ese aspecto diferencia la imagen icónica de las otras imágenes visuales” (Ramírez 1981, 220).
Una influencia directa
No obstante y una vez asumido lo anterior, estimamos que el verdadero punto de referencia para nuestro héroe – DIEGO VALOR- es Flash Gordon. Éste personaje, como es de sobra conocido para cualquier estudioso o aficionado a las historietas clásicas, es uno de los más famosos que ha producido este mundillo, con repercusión televisiva y cinematográfica.
Aparecido hacia el año de 1934, se convertiría en uno de los cómic más famosos de occidente y en la actualidad, también bastante olvidado, ha adquirido carácter de reliquia entre quienes se ocupan de estos temas. Es un verdadero hito en la historia de la narrativa gráfica.
Su creador fue un dibujante excelente. Un hombre dotado de un talento excepcional para su trabajo y en donde, opinamos, su influencia en la figura del actual Moebius puede ser detectable. Nos estamos refiriendo a Alex Raymond; mientras que los guiones eran debidos a Phillip Wyliex y Edwin Balmen.
De la mano de Raymond, nos veíamos trasladados al Planeta Mongo, con el fin de salvar la Tierra, pero el protagonista, Gordon, y sus compañeros –la hermosa Dale Harden y el semienajenado Dr. Zarkov- vivían aventuras sin cuento. Ante nosotros desfilaban el emperador Ming, dispuesto a destrozar el universo e imperar sobre el mismo; el atractivo príncipe Barín –el bueno del planeta-, una especie de Robin Hood noble moviéndose en otras coordenadas espacio-temporales; los hombres halcón y toda una multitud pintoresca, fantasiosa, pero que desde su propia perspectiva no dejaba de hacerse creíble para loslectores en años de guerra caliente y fría.
La estética en la que se nos sumergía era un conglomerado de resonancias medievales, con injertos “goticos” que en su mezcla salían perfectamente amalgamados, comprensibles, la cual conectó rápidamente con el público y ahí están ocupando un lugar de privilegio en el ámbito del cómic,convertido en disciplina académica. Cualquiera que haya visto la película el Protegido puede pensar que Samuel L. Jackson sería un ferviente coleccionista y vendedor en su impar galería de los fastuosos dibujos de Raymond sobre el tema.
Personaje de la historia contemporánea española, del que se celebró el año 2003, el centenario de su nacimiento y sobre el que cae una pesada losa de silencio. Sin embargo un comunista, como es el caso de Julio Anguita, ha estimado que en el ideario de José Antonio se encuentran elementos políticos asumibles en la actualidad desde perspectivas de izquierda”. Independientemente de ello y sin negar el filofascismo del creador de Falange Española, su vida bien merecía una revisión o estudio en forma de película, pues hay en ella peripecias de toda índole. Pero por desgracia, la inmensa mayoría del cine español contemporáneo, desde el punto de vista histórico, bascula entre la “prudencia”, la ignorancia y sólo le preocupa ir a remolque de lo que está “bien visto” y la repetición de clichés, que no provoquen desasosiego a ciertos sectores. Pero reconocemos que eso es otra historia.
La última vez que fue llevado al cine, fue en 1980, en una producción de alto bordo económico, debido a Dino de Laurentis, dirigida por Mike Hodges y con Max Von Sydow en el papel del malvado Ming. El resultado fue sólo discreto.
Quien quiera tener una visión panorámica de Flash Gordon, puede consultar la voz correspondiente en la enciclopedia multimedia de Micronet. No es una toma de contacto profunda, pero útil para quien se empieza hoy a iniciar en estos temas.
Autor: Santiago Sánchez González
continua en post Diego Valor nº 5
jueves, 28 de abril de 2011
miércoles, 27 de abril de 2011
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