domingo, 1 de mayo de 2011

Diego Valor, parte 5ª

DIEGO VALOR, UN CÓMIC OLVIDADO.




PARTE II 
Un capitán del espacio. 

Dicho lo anterior, (post Diego Valor nº 4) consideramos que DIEGO VALOR (guionizado por Jarber y con dibujos de Buylla-Ballo) fue por lo  tanto una adaptación del personaje de Flash Gordon a una España con circunstancias históricas, sociales y económicas muy  especiales, pero a la que  los  Estados Unidos de América consideraban que debían de incorporara a eso que hemos dado en denominar Occidente.

Similitudes y diferencias

Vamos a comentar a continuación en que se parecían un personaje y otro, pues, como hemos aceptado ambos poseen personalidades narrativas y gráficas paralelas.

1) Gordon es  un civil, que asume  el mando de una  situación dada, más por personalidad propia, que formación predeterminada. Jugador de fútbol americano en  la  universidad, hubiese podido ser  un dirigente, pero sobre  todo en el mundo civil, como hemos indicado. Sin descartar que hubiese terminado  por ser  una estrella del deporte, eso sí con  un importante nivel cultural a  la  manera anglosajona. El entorno le provoca una actuación que él no tenía prevista.

2) Por el contrario  VALOR  es un militar profesional. Un comandante que pertenece al ejército y que ha hecho de la guerra en el espacio su “modus vivendi”; no tanto por afán aventurero a la manera de los condottieros italianos, como por deseo de entrega a  una misión. Conceptos  como  el  deber,  la obediencia, el menosprecio a la muerte, la capacidad para el heroísmo, las dotes de mando han sido aprendidos  en un centro de formación para especialistas (lo que llamamos una academia militar, aunque ésta no aparezca en ningún momento de sus aventuras, lo damos por supuesto, mucho más en aquellos años).

3) Gordon  actúa siempre desde  una perspectiva anglosajona, son él y  sus amigos los que  tienen que enfrentarse a las diversas peripecias de un modo que no hace grandes referencias a otros países.  

Por el contrario el jefe español, va acompañado por oficiales de España -el capitán Portolés-, Francia y Alemania  –los  tenientes Hank y Laffite- y durante su estancia en  Venus –lugar  donde ocurren  las aventuras- se integran a lo largo todas ellas con  determinados pueblos de aquel planeta, a  los que dirigen e incluso alguno de los personajes  terrestres  establece relaciones amorosas con  venusinas. Al mismo tiempo  se  habla  de  la  Tierra  como  una entidad políticamente unida y gobernada de manera global.

4) La presencia de mujeres tiene sus diferencias. Dale Harden es una joven guapa, pero de la que nunca se nos hace referencia explícita  a su formación intelectual. Es inteligente, pero no resulta definida desde el punto de vista académico. No deja de ser un soporte importante, pero soporte al fin y al cabo del héroe. Un  tipo de personaje que en el cómic y el cine de los años  treinta y cuarenta en Estados Unidos de América resulta fácilmente extrapolable. Seguro que acabará siendo ama de casa.

5) En  las aventuras de  VALOR, resaltan dos mujeres. Una es española, la profesora Beatriz Fontana, ingeniero de profesión.

Ciertamente que actúa como la  “chica” del protagonista, y seguramente terminará por formar un hogar  tradicional con el militar, pero no deja de ser  llamativo  el estatus intelectual que se le adjudica en un cómic que básicamente era leído por niños varones.

6) Tenemos, por otra parte, a la princesa Kira  –venusina-, del pueblo de los  artiles, estilizada, más bien rubia, pero que no duda en ningún momento en unirse al grupo terrestre y ser una más de ellos. Tiene capacidad de combate, personalidad y será la que se enamore  del capitán Portolés y este  le corresponderá.

Si bien los dibujos españoles –sin caer en ningún tipo de papanatismo, ni complejo de inferioridad- en su primera etapa estaban muy lejos de la belleza de los estadounidenses, en la segunda época, es posible que hubiese una mejora.

Por cierto la graduación de comandante no es baladí. En España, en el ejército español, un comandante ya es un jefe –capitán todavía es un oficial-, por lo tanto tienen un rango intermedio pero con proyección. Conoce el combate desde cerca, no como el general o el coronel, cuya responsabilidad intelectual es mayor, pero al mismo tiempo con alejamiento del campo de operaciones, entendido siempre en términos de guerra moderna.

 ¿Cuántas mujeres eran ingeniero –de lo que fuese-  en la España de los años cincuenta?Existen otras mujeres a lo largo de las aventuras, pero nos hemos referido a las primeras y principales.

7) En cuanto al malvado, al antagonista, sí  existen grandes concomitancias. A Ming  se opone el Gran Mekong. Ambos son de rasgos claramente orientales (chino-japoneses). Ming es mucho más  aristocrático de porte y vestimenta que  el Mekong, el cual es  una especie de tipo que hoy día nos recordaría al ogro Shreck –ironías al margen-. Es poderoso, imperialista, militarista y cruel; viste de una forma que recuerda a los bufones  de las cortes medievales, pero no  hace ninguna gracia. Su piel, como la de sus compatriotas, los viganes, es verde.

“Rana verde” es un apodo que le otorgan alguno de los oficiales  terrícolas. Por el contrario los  artiles serán blancos y  de  comportamiento mucho  más amable y similar al del grupo de soldados interplanetarios. 

La orientalización de los rasgos faciales  en ambas historias responden  a arquetipos fácilmente reconocibles en  las iconografías  mentales de una  mayoría de la población occidental de aquellos años. En España de una manera aún más acentuada.

Incluso en la obra de Raymond es identificable la presencia de símbolos y distintivos de clara etiología germánica nazi.

8) Una diferencia que nos parece importante es la que estimamos como religiosa. Si bien es verdad que en ninguna de las dos historias es esto algo que llame  la atención, ni tenga papel representativo importante, opinamos –de manera que acogemos como muy, muy personal- que la estructura literaria y el comportamiento del personaje principal, denotan un catolicismo en el de DIEGO VALOR latente en la psicología del personaje más que en la figura de Gordon, que para nosotros es realmente laica.

9) En  cuanto al  despliegue  de  objetos  o  “efectos especiales”  los dos son ricos y fantasiosos. A las tradicionales naves interestelares preparadas para el combate, hay que añadir sillas  volantes que se guían con el pensamiento, armas de “rayos desintegradores” etc, todas éstas en el cómic español.

El diseño de vestuario 

Dedicamos un apartado a éste aspecto porque nos parece irónicamente llamativo. En unos años de férreo control censor y en España de acentuada  vigilancia de las “buenas costumbres”, el  vestuario que los dibujantes españoles confirieron a los personajes  era de un atrevimiento chocante  para  el tiempo y se adelantaba a lo que iba a ser la irrupción de los “diseñadores” en los años setenta y hasta la fecha.

VALOR  y sus compañeros  visten de azul, una especie de chaquetón, con pantalón militar y botas altas, muy castrense, con una camiseta blanca que asoma por  el chaquetón mencionado. Algo extremadamente moderno en la vestimenta militar del ejército estadounidense, y en mucha gente joven de la actualidad.

Pero lo realmente curioso son las ropas de las mujeres. Las minifaldas tableadas de corte “tenístico”, junto a las hoy corrientes botas de media caña, que  tan profusamente usan las féminas desde hace años, en aquel  tiempo eran algo excepcional. Seguramente Mary Quant era todavía una niña que no había imaginado la revolución en que se convertirían sus  faldas y ya en España aparecían una imágenes que profetizaban inconscientemente lo que iba a ser la moda femenina de unos veinte años después.

¿Cómo sucedió aquello? Pues seguramente porque todo se consideraba imaginativo, irrealizable y propio de la fantasía; porque alguien no se dio cuenta –de ser así fueron bastantes- como sucedió con determinadas películas; porque el ámbito al que iba dirigido era menos amplio que el del cinematógrafo o, lo más probable, porque  el producto se considerase muy menor, sin mayor repercusión “moral”. Pero quién hoy día se asome a los cuadernillos de DIEGO VALOR verificará lo que decimos. 

Puede comprobarse  viendo los dibujos de la serie, que los ropajes  del pueblo servil de los viganes, los arjonas, son hoy día muy parecidos a ciertos modelos de los que acostumbra a pasar ciertas modelos de fama, como la española  Bimba Bosé, diciendo que son bañadores o “trajes-corbata”.

En el fondo el freudismo era detectable en  esas imágenes o, tal vez, somos nosotros los que resultamos detectables. 

Han pasado los años, ¿qué es hoy DIEGO VALOR? Fundamentalmente un recuerdo. Algo que no resiste la comparación estética con otras obras de similar corte o diferente. En el extranjero estamos casi convencidos de que nadie ha oído hablar de él y sin embargo ahí está. Se contempla una determinada película del autor de  Los señores del acero (Flesh and Blood, 1985) y por un proceso mental, por una estimulación  de  la  memoria viene  a  nosotros la visión  y el  recuerdo  de unas  aventuras  que,  antes  de que naciésemos, alguien leyó en nuestra familia y nosotros vimos muchos años después.

Hoy domina la generación de la “Guerra de las galaxias”, de los ordenadores, de los anuncios publicitarios, de la intercomunicación de los medios. Pertenecemos a unos tiempos más concebidos para ver, que para leer  (eso aveces  nos preocupa y otras  nos  trae al pairo). Conocemos muy bien  a Quentin Tarantino y creemos que Gary Cooper fue alguien que hizo cine hace mil años.

En  aquellos años,  los  ya repetidos  cincuenta,  España  se  recuperaba  de  una  guerra  devastadora,  salía de un ostracismo diplomático gracias a Estados Unidos de América y  el  Vaticano, se pagaba un alto precio moral por una  estabilidad social y, por motivos obvios, no había para una mayoría una oferta de espectáculos como las actuales.

Así que estaban los cómics y algo más por supuesto. En ese sentido los cómic procuraban distraer, introducir en unos  minutos, unas imágenes de un universo fantástico, que actuara de catarsis con la chiquillería al salir del colegio los sábados...y esperar a la semana siguiente.

DIEGO  VALOR  era un héroe  en el  sentido más  clásico: arrostrado, sereno, casto pero con novia. Unarquetipo por descontado. Pero arquetipos han sido Aquiles, Rolando, Aragorn y otros muchos de los quehan hecho la literatura universal. Además, se diga lo que se diga y lo diga quien lo diga, eso del individuodispuesto a jugarse la vida sin pestañear, con su toque de chulería –dentro de unos límites-, con la mirada profunda y escéptico de vivir siempre ha gustado, los encarnase quien los encarnase.

VALOR era un héroe español y España por aquel  tiempo no vivía  una de sus mejores  etapas. Diplomáticamente casi aislada, luchando  todavía contra sus propios fantasmas, el que  un  español, aunque fuese dibujado, asumiese un papel de jefe, de campeón con resonancias medievales era algo que servía, de alguna  manera, para aliviar complejos, dotar de esperanza y de estímulo a quien se decidiese a vivir aquella saga de terrestres, viganes, artiles, arjonas y otras razas de exóticos nombres.

Incluso la Alemania derrotada en dos guerras mundiales que ella había provocado, donde millones de personas  murieron  por  su culpa, la que dio lugar al Holocausto, sin  embargo recibió más ayuda que nosotros y supieron  esquivar sus posibles complejos.

Por eso y por más cosas las  aventuras de aquel comandante de aire a la par moderno y conservador podía cobrar una eficacia subliminal –más casual, que deliberada- en quienes leyeron, vieron y se familiarizaron con sus aventuras.  

Hoy que el espacio es motivo de  viajes, estudio y planes futuros; hoy que aparece en los medios de comunicación con cotidianidad; hoy en que los físicos, aunque prácticamente no se entienda casi nada de lo que dicen, compiten en determinadas páginas de la prensa con cantantes de rock, futbolistas y otras especies urbanas puede que lo que decimos no se entienda muy bien, pero así fue en aquellos años. Así nos lo han contado y otros lo vivieron.

Porque, a nuestro juicio, las Ciencias de la Información o la Comunicación en general adolece de ciertos complejos de inferioridad con respecto a otras disciplinas más tradicionales.

Empeñados en crear modelos, sistemas que les permitan llamarse “científicos” en determinados círculos, desdeñan algo que nosotros sí consideramos importante: la  experiencia  propia o ajena  a la  hora de enfrentarnos con determinados soportes, con determinadas maneras de expresarse –de comunicar-. De este modo en muchas ocasiones 
se recurre a la psicología, la historia, las matemáticas  para tratar de explicar cosas, que en realidad se explican por si solas a poco que sepamos escuchar y pensar, pero eso sí, sin complejos.

Volvemos a Tarantino y su reciente film Kill Bill. Vol 1( 2004), en donde lo que hemos reflejado se muestra con la única variante de que en dicho film es una mujer quien asume el rol reseñado. Película en la que por cierto, se da una interpretación de géneros, de mezcla dentro de la imagen fílmica, del cine y del cómic (éste último, surgido de los manga japoneses). Al respecto puede consultarse AA.VV.: Historia general de la imagen. Universidad Europea de Madrid. Madrid, 2000. Capítulo 10. 

Algunos historiadores, como por ejemplo el español Ruiz-Domènec, aún se preguntan por qué estalló realmente la I Guerra Mundial, algo más extraño de lo que parece a simple vista. 

Al respecto la trayectoria intelectual de un pensador actual, como es Jurgen Habermas es significativa con relación a lo dicho. otra parte, no se admiten por quienes en muchas ocasiones lo único que  tienen es falta de modestia-. Y decimos todo esto sin ánimo peyorativo, aunque sabemos que puede no parecerlo.

Al final un dibujo es un dibujo, e importa su fuerza  o su delicadeza, la maestría de su trazo, la impresión que causa en quien lo contempla y lo goza. Como dicen que dijo Sorolla: “Yo pinto cuadros y luego me los explican”. Cierto que no hay que exagerar, pero todos, no hay porqué autoconcederse patentes de corso para unos sí y para otros no. De ese dibujo pueden extraerse consideraciones, meditaciones, conclusiones.

Es  verdad que Raymond, Bob  Kane, Roy Thomas, Angela y Luciana  Guissani, el recientemente desaparecido Guido Crepax pertenecen a la estética de la modernidad. Pero queda un largo camino por recorrer antes de apoderarse de los lugares que ocupan Botticelli, Fragonard o Velázquez, demos tiempo al tiempo y naturalmente continuemos leyendo cómics, trabajando e investigando. Pero por  encima de todo disfrutando, que está demostrado científicamente que es algo muy bueno, también para la salud.

América fue descubierta hace ya más de quinientos años. Por los españoles, aunque se molesten otras naciones. Eric el Rojo es un monumento en Boston, los templarios una orden militar en la que es muy difícil hoy día deslindar la verdad histórica de la mandanga propia de buena parte de los Best-Sellers  (y es bien cierto que  ésta orden  se merece  una película de alto bordo que hasta ahora  nadie ha pensado en realizar), el mapa de Piri Reis, algo que es indudable se encuentra ahí, pero del que no sabemos explicar los porqués.

Viene  todo esto a cuento porque, en nuestra opinión, las expediciones interplanetarias que se vienen realizando desde hace tiempo, además de aprender, de averiguar tienen varias misiones.

Por supuesto militares, posibilidad de establecer bases que  en su momento actúen de forma disuasoria sobre nuestro propio planeta; descubrimiento de materias primas, riquezas que hagan rentable los costos de las  expediciones enviadas; no descartamos el afán científico en su mejor  vertiente. Pero primordialmente –se pueden añadir más-  ver la posibilidad de dar salida a población de este planeta nuestro y en resumen, colonizar.

La colonización no  tiene buena prensa en  la actualidad. Pero bien entendida es  beneficiosa. Pone  en contacto  a  unos  con otros,  enriquece,  descubre  la naturaleza, formas de  entender la  vida, trasvasaidiomas... ensancha  los horizontes. Y sí, también es  cruel -nacer es doloroso-. Pero a la larga creemos sinceramente que es más lo positivo que lo negativo.

Es  muy posible que  los que siguen contemplando a España con recelo, incapaces de comprender  la historia  (que nunca será objetiva  en ninguna parte), más apegados al  terruño  y a lo “suyo” que a  la capacidad para aventurarse y ayudar a hacer el universo más grande, cuando la colonización espacial, que indudablemente se producirá sea algo habitual, entiendan mejor a esa España, que ahora es llamada la península, este país etc. y la colosal empresa que realizó a finales del  siglo XV y durante el XVI. Falta todavía tiempo para ello, pero puede que la conquista del espacio, explique mejor a pueblos y gentes de nuestro orbe, entre ellos España y los españoles lo que hicimos hace unos cuantos siglos.

Quizá entonces los cuadernillos polvorientos, raídos por  el  tiempo, de mala impresión  tipográfica que llenaron unos años, hace ya bastante tiempo, cobren un inesperado valor. No por su estructura de cómics en si misma, sino porque imaginaron algo, que estamos seguros se llevó a cabo por otros motivos distintos.

Pero como dicen en Alemania: “bien está, si bien acaba”.

No nos hemos parado a pensar eso de que al final a la civilización la salva un pelotón de soldados. No sabemos si esa expresión  responde a un momento de ardor o a una capacidad para sintetizar una idea más profunda. Pero en el caso de DIEGO VALOR  sí  fue así en  la muy  lejana España de  los años cincuenta.

Aunque hoy    valor,  lo  que  se  dice  valor es,  más  que  nada,  una  marca  de  chocolate.  Pero  hubo  otro tiempo, el de unas historias gráficas interplanetarias realizadas en España.

Todo lo que a continuación escribimos es producto más de nuestra intuición, que de una investigación científica en toda regla y llevada a cabo con ortodoxia. Lecturas de medios de comunicación, conversaciones con astrofísicos y el imaginar, tal vez soñar como dijo Calderón.

El consejero de Justicia del gobierno vasco actual 2004), ha llegado a decir que no tiene seguridad de que España exista. Eso también lo ha dejado dicho el anterior presidente de la Generalidad catalana, el muy Honorable Jordi Pujol.

Como dicen en una viñeta de VALENTINA:  ¡...A PETROGRADO!



BIBLIOGRAFÍA 

La bibliografía utilizada es básica y de carácter más bien general, pues un análisis del personaje de DIEGO 
VALOR, que nosotros sepamos no se ha llevado a cabo. Incluso consultando páginas de Internet la escasez 
informativa es notoria.25
AA.VV. Historia General de la Imagen. Universidad Europea-CEES Ediciones. Madrid. 2000. 
Altarriba, Antonio. La España del tebeo. La historieta española de 1940 a 2000. Madrid. Espasa. 2001. 
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Coma, Javier (Dir.). Historia de los cómics. Toutain. Barcelona. 1983, 4 vols. 
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 Crepax, Guido: Valentina. Editorial Lumen. Barcelona. 1977, p 126. 
 Se puede encontrar en Internet una página sobre DIEGO VALOR, que es de lo escaso que aparece y en donde se refleja el himno, que cuando el personaje ya había alcanzado notoriedad en determinados estratos sociales se compuso. La letra es muy significativa. Consultada el 20.03-04. 


Autor: Santiago Sánchez González






1 comentario:

  1. Bien. Leída la segunda parte. Interesante su visión de cómo Flash Gordon y Diego Valor viven en un mundo similar, marcado por las diferencias de dos sociedades, la española y la estadounidense. Y muy curiosa la comparación de cómo Diego Valor tiene ciertas dificultades que no tuvo el clásico de los Comic-Strip.

    Los demás comentarios de autor, bueno, son suyos y aún no compartiéndolos creo que son también interesantes para conocer otras visiones del mundo.

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