domingo, 10 de abril de 2011

Diego Valor, parte 1ª




Diego Valor quizás haya sido el primer tebeo de ciencia ficción español. Los editó Editorial Cid en el 1957, en ese año pusieron en circulación 44 ejemplares y estaban dibujados por Buylla-Bayo, siendo el guionista Enrique Jarnes “Jarber”.


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Adolfo Álvarez-Buylla Aguelo “Buylla”, era un maño, nacido en Zaragoza en 1927vivió en Hispanoamérica, su padre fue un represaliado, y volvió a España en 1948. Fue publicista e historietista y su personaje más famoso fue Diego Valor. Durante los años 1954 a 1956, trabajó al limón con otro dibujante que se llamaba Bayo, y en los años 1957 y 1958 realizó la serie en solitario.



Se publicaron dos series de 124 y 44 cuadernos respectivamente, y ejemplares extras.

Fueron unos tebeos mal editados, con un formato para aprovechar la parte sobrante de la revista Chicos, defectuosamente guillotinados, con una pésima calidad del papel y unos dibujos esquemáticos, planos, sin fondos, con un exagerado abuso de primeros planos, sin profundidad de campo pero con unos guiones que llenaban el anhelo de aventuras de los chicos y jóvenes que vivimos en aquel periodo gris.

Diego Valor fue la versión española de Dan Dare, personaje inglés creado por Keith Watson, el argumento se utilizó para los primeros episodios, cambiando sólo algunas cosas, y se disparó en popularidad cuando Jarber se hizo cargo del guión.

Diego Valor era un español nacido en el año 2000, Madrid era la capital del mundo, y a treinta kilómetros estaba el cosmódromo de… Alcalá de Henares, la patria chica de Miguel de Cervantes, para dotarlo de más espíritu hispano.

Era un héroe admirado por toda la humanidad. Emprendió viaje a Venus para su liberación, como un Cid espacial. Su tripulación estaba formada por los capitanes Hanks Hogan, germano, Pierre Laffite, francés, cuyos acentos eran significativos, y Miguel Portolés, español, así como una científica que era Beatriz Fontana, mujer distinta de las de la época. No es la compañera pasiva, de siempre, sino un piloto espacial, interviene muy activamente en todos los capítulos de igual a igual con los personajes masculinos. Y sus conocimientos en materia científica superan los de los hombres. Es llamativo que en el año 1954 se le diera tanto protagonismo a esa mujer, ya que las normales estaban llamadas a la crianza de la prole y al cuidado del hogar como compañeras secundarias del hombre.



Lógicamente existía una casta relación amorosa, con el Comandante Valor. También el Capitán Portolés estaba enamorado de una princesa venusiana que se llamaba Kira, también de otra pasta.

La mayoría de los episodios se desarrollaban en el planeta Venus. Allí existían tres razas de habitantes distintas: los Wiganes de color verde, que lideraba el Gran Mekong, y eran los dominadores del planeta; los artiles, muy inteligentes pero poco dotados para la guerra; y los atlantes, de origen terrestre, que se habían salvado de la destrucción de la Atlántida, y en Venus son los esclavos de los wiganes. Diego Valor colabora con los artiles y logran derrotar a los wiganes en una espectacular batalla, que tuvo lugar en la Luna.

Luego extendería sus hazañas por todo el sistema solar.

Tenía un himno pegadizo cuya letra era la que sigue:



HIMNO DE DIEGO VALOR


¡Adelante soldados de la tierra!
¡Volad hacia el espacio misterioso!
No temáis los azares de la guerra.
Mostrad en otros mundos vuestro ardor,
que os guía, valiente y victorioso,
el gran Diego Valor.
¡Diego Valor!
¡El piloto del espacio!
¡El guerrero sin temor!
¡Diego Valor!
¡De los cielos caballero,
de malvados el terror!
Marte y Venus conocen nuestra gloria,
que vibra en el vacío sin fronteras.
Viviréis en el libro de la historia,
escritos vuestros nombres con fulgor
defendiendo con bravura las banderas
del gran Diego Valor.
¡Diego Valor!
¡El piloto del espacio!
¡El guerrero sin temor!
¡DIEGO VALOR!
De los cielos caballero,
de malvados el terror.


Los cohetes espaciales los llamaban bólidos, y los wiganes tenían unas sillas volantes, controladas con la mente, que parecían, por lo menos a mí, las sillas con barra protectora que había en la atracción “El Látigo” de la feria. Ese parecido nos hacía emular esas aventuras cuando nos llevaban a la feria y permitían subirnos en la atracción.



Beatriz Fontana, bellísima, era el vivo retrato de una niña que vivía en Madrid, y todos los veranos visitaba a su familia, que tenían una casa que formaba parte del cine de verano Goya, por la calle Caño Quebrado. Todos estábamos enamorados de Beatriz, era lo lógico, por lo linda que era y por el parecido tan asombroso que tenía con la científica de la serie. Las verdad es que los nenes teníamos una “promiscuidad” virtual, con todas las niñas-actrices españolas que iban saliendo. En esa época ya había pasado la Loli de “Novio a la Vista”, la citada Beatriz y, posteriormente, años más tarde vendrían las “Rocío Dúrcal”, y “Marisol”.

La serie de la Cadena SER estuvo mucho tiempo en la radio, cuatro temporadas, desde finales de 1953 hasta junio de 1958, primero en la novela de las doce del mediodía, y después en la de la tarde, a las siete y cuarto, después de la de Dos hombres Buenos, con la sintonía del negrito del África tropical que alegremente cantaba la canción del Cola-Cao, es el Cola Cao desayunos y meriendas…


Fueron cinco títulos principales: Diego Valor, Diego Valor y el Príncipe Diabólico, Diego Valor y el Misterio de Júpiter y Diego Valor y el Planeta Errante, y en total unos 1200 episodios,

Joaquín Peláez, un joven locutor de la cadena, se consagro con el papel principal. Y su voz, se convirtió en la definitiva voz de Diego Valor. Del mismo modo Beatriz Fontana se acopló en la voz de María Romero, otra joven y extraordinaria actriz. Como es natural nos quedábamos embelesados algunos con la voz de Beatriz.

La serie radiofónica dio lugar a toda una industria alrededor de los héroes. Los chocolates Matías López decían que el alimento de Diego Valor eran las tabletas Svylca, y Geype r hizo una Perforadora del Espacio, hay que añadir que el planeta Venus estaba horadado de parte a parte por un túnel que es por donde acortaban los usuarios en el plantea para viajar de un lado a otro del mismo. Álbumes de cromos y hasta dos discos de 45 rpm.

Se habló de hacer una película pero no sabemos en que quedó el proyecto. Lo que sí es cierto es que los episodios tenían un nivel elevado y un componente musical de categoría. Rafael Trabuchelli era el director musical. La suite de los Planetas de Holst amenizaba los importantes momentos de la acción, y la música de Prokofiev era que sonaba como sintonía, así como el himno, del citado Trabuchelli. Y no se puede olvidar, de ninguna manera al elenco de actores de Radio Madrid que eran el alma mater del serial. El tenebroso castellano del Príncipe Diabólico, su madre Frieya, y como no el Gran Mekong. Con un gran guión, meticuloso y perfecto, dotado de unos efectos especiales que si tenias que salir a la calle te hacían mirar muchas veces para atrás.

La duración era de apenas veinte minutos, con una presentación, el reparto (ahora se llaman créditos), despedida y publicidad. Ese era más o menos el esquema. Hacían también una pequeña introducción recordatoria de episodios anteriores.

Este ha sido un recorrido breve, nostálgico, por una serie que tuvo un notable éxito en segunda mitad de los años cincuenta, y cuyos personajes fueron imitados por los chavales de la época, tratando de ayudar al universo a librase de tiranos espaciales, olvidándose de los cercanos.





Diego Valor nació como adaptación al tebeo de un serial radiofónico de Radio Madrid (la SER) que se prolongaría por cuatro temporadas, desde finales de 1953 hasta junio de 1958.

Dicen los expertos (en esto del tebeo también los hay), que el origen del serial es una adaptación de la serie inglesa Dan Dare aunque el resultado final es más bien parecido al primer Flash Gordon de Alex Raymond.

El personaje fué ”readaptado” a los gustos nacionales y, por tanto, Dan Dare se convirtió en el comandante Diego Valor, un español nacido en el año 2000, héroe admirado por toda la humanidad y que emprende viaje a Venus junto con sus “mosqueteros” Portolés, Laffite, Hogan y, claro está, Beatriz Fontana, viviendo trepidantes aventuras en el misterioso planeta, poblado por varias razas rivales en gresca permanente.



2 comentarios:

  1. Estupenda entrada, Recachito.

    Yo conocí a Diego Valor por mi tío y mi madre. Ambos devoraban las aventuras de este personaje, primero en la radio (no sabía que era en la SER)y luego en ese cómic extrañamente apaisado (tampoco sabía que era del papel sobrante de Chicos).

    Conseguí una reedición que mi tío se leyó (curioso eso de prestar cómics a familiares veintitantos años mayores que uno). La calidad dejaba mucho que desear y comparados con Dan Dare más aún. Pero no hay duda de la importancia de la serie en la historia del tebeo.

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  2. Yo he de ser sincero. Es verdad que conocì estos còmic de pequeño, pero de una manera muy superflua. Leìa de "higos a brevas" alguno de Roberto Alcazar y Pedrìn, asì como alguno suelto de El guerrero del antifaz. En casa no habìa dinero mas que para lo justito, y èstos despuès de releerlos muchas veces los cambiaba en un kiosco por otros nùmeros usados. No recuerdo la cantidad, pero imagino que serìa entre 50 centimos y una peseta. Esto algùn domingo si pillaba a mi padre de descanso e iba èl a ese kiosco a cambiar alguna novelilla de Estefanìa o el Coyote... en fin... lo recuerdo muy vagamente, son ya 54 tacos los que tengo y de verdad que en esos años no habìa apenas dinero, y mi madre lo racionaba... nò se còmo... pero lo hacìa. Y ¿sabes?... mi hermano y yo eramos felices con dos cuadernillos de estos hèroes a los que imitabamos jugando con armas de palo que nos hacìamos como podìamos. Pero... èramos felices. Hoy si no hay plays steysions... los nenes no tienen imaginaciòn. Y la imaginaciòn y la fantasìa es fundamental en esas edades.

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